Las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita volvieron al centro de atención geopolítica en el primer semestre del año pasado. En las últimas seis décadas, las relaciones entre estos dos países musulmanes se interrumpieron en tres ocasiones (en 1942 y dos veces después de la Revolución Islámica de 1979). La última interrupción ocurrió en 2016, después de la ejecución del clérigo chiita Sheikh Nimr al-Nimr.
La reconciliación entre los gobiernos saudita e iraní, ocurrida en 2023 y resultado de la mediación de la diplomacia china, inicialmente muestra una reducción de las antiguas tensiones entre los dos principales productores de petróleo en el Medio Oriente y también una menor influencia de los Estados Unidos en la geopolítica de la región.
La estabilidad, paz y seguridad regional son parte de los objetivos iniciales del acuerdo. Este acercamiento alentó, desde ese momento, a ambos lados a discutir y reducir diferencias en temas de liderazgo regional, seguridad árabe y asuntos delicados como la situación en Yemen y el terrorismo de los houthis, además de las sanciones comerciales al país chiita. Es importante destacar que Irán y Arabia Saudita siempre han estado involucrados en una competencia interna por la influencia regional, donde las dos corrientes de pensamiento, con Irán apoyando a los chiitas y el reino respaldando a los sunitas, han estado compitiendo durante décadas por apoyos en Irak, Yemen, Siria y Líbano.
Inicialmente, con la reanudación de las relaciones diplomáticas, se esperaba una disminución en los constantes conflictos regionales. Sin embargo, una serie de crisis en Siria, Irak, Yemen y también en disputas de poder por el control de Líbano llevaron a que ambos países estuvieran en lados opuestos en la geopolítica local. Yemen se convierte en el gran campo de prueba para evaluar si la apertura diplomática entre Teherán y Riad será positiva.
Los actuales ataques en el Mar Rojo organizados por los houthis, un grupo de resistencia respaldado por Irán que tiene un historial reciente de conflictos con la potencia sunita, Arabia Saudita, podrían socavar los acuerdos preestablecidos entre los dos países.
Sin embargo, solo el tiempo dirá si el actual ambiente diplomático más relajado prevalecerá sobre las históricas desavenencias entre sunitas y chiitas.
Un punto importante de análisis son los reflejos en la geopolítica global. Después del histórico apretón de manos de este año, nos encontramos con dos potencias que ejercen influencia política y económica a nivel mundial en posiciones opuestas bien definidas frente a los países árabes: China y Estados Unidos.
China tiene influencia económica sobre ambos países. Los chinos son grandes socios comerciales de Irán y Arabia Saudita. Aproximadamente el 30% del comercio iraní se realiza con China, que es estratégicamente el principal comprador del petróleo de Arabia Saudita.
De hecho, China está asumiendo el papel de influenciador de las políticas en el Medio Oriente, un lugar históricamente ocupado por Estados Unidos en la región. Al centrar actualmente su diplomacia en Asia, Estados Unidos ha dejado el camino libre para que China ejerza su influencia regional.
Para respaldar este razonamiento, cabe destacar que el príncipe heredero saudita, Mohammed bin Salman, busca ampliar sus relaciones internacionales con el resto del mundo y salir de la sombra estadounidense, una política exterior que refleja el actual nacionalismo saudita.
Irán, por su parte, tras unirse al BRICS y acercarse más a China, espera una apertura en sus relaciones internacionales en los ámbitos político, económico y fiscal. El bloque representa casi el 40% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, y estar alineado con sus miembros, especialmente China y Arabia Saudita, se vuelve más representativo desde el punto de vista económico. El país, afectado por fuertes sanciones y aislamiento económico, encuentra en la aproximación diplomática un mercado con puertas abiertas para las finanzas iraníes. Irán, rico en recursos petroleros y minerales críticos esenciales para alimentar la transición energética, también está alineado políticamente con China y Rusia.
Después de la reconciliación diplomática, el perfil geopolítico y económico del Medio Oriente ha cambiado. Desde el punto de vista geoeconómico, las relaciones comerciales se desarrollarán con un entendimiento adecuado entre los gobiernos, la formulación de reglas para inversiones conjuntas y la reducción de posibles riesgos y conflictos.
Tras el restablecimiento de las relaciones políticas, Arabia Saudita e Irán tienen como objetivo alcanzar los 1000 millones de dólares en comercio anual a corto plazo y elevar ese volumen a 2000 millones de dólares a medio plazo. La inercia comercial se rompió en el tercer trimestre de este año, con exportaciones de acero por valor de 14 millones de dólares desde Irán hacia Arabia Saudita. La esperanza del empresariado iraní es expandirse también a los mercados árabes del Medio Oriente y más allá.
Se ha dado otro paso importante. En diciembre pasado, Irán y Arabia Saudita iniciaron negociaciones formales para reanudar los vuelos regulares directos entre Teherán y Riad, así como otras ciudades. Los vuelos regulares serían otro paso para restaurar los lazos entre los dos rivales del Medio Oriente.
En cuanto al sector energético, Arabia Saudita y Irán poseen aproximadamente el 37% de las reservas mundiales de petróleo. La cooperación conjunta en el ámbito de la OPEP y la OPEP+ podría ser más útil para satisfacer los intereses comunes del mercado y asegurar el máximo beneficio para ambos productores. Irán pretende ampliar la lista de países importadores de su petróleo, ya que aproximadamente el 90% de las exportaciones de petróleo iraniano tienen como destino China.
En las últimas semanas, los recientes ataques de los houthis al tráfico comercial en el Mar Rojo y el atentado terrorista en Irán durante una ceremonia en homenaje a un importante general iraniano asesinado hace cuatro años por Estados Unidos han aumentado la inestabilidad geopolítica en el Medio Oriente.
Hasta el momento, aparentemente, los misiles disparados en Gaza y en el Mar Rojo aún no han afectado el apretón de manos diplomático entre árabes y persas.
Luis Augusto Medeiros Rutledge es un ingeniero de petróleo graduado de la UNESA y cuenta con un MBA Ejecutivo en Economía del Petróleo y Gas de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). También tiene estudios de posgrado en Relaciones Internacionales y Diplomacia por el IBMEC.
Además, trabaja como investigador en la UFRJ, es analista de Geopolítica Energética y miembro consultor del Observatorio del Mundo Islámico de Portugal. Luis Augusto Medeiros Rutledge también es columnista del sitio web MenteMundo.
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